🕊️ Doy calma, pero no gratis: respétame o me esfumo
Hay cosas que no vienen envueltas en papel de regalo. Ni en caja bonita, ni con lazo. Hay cosas que, si las quieres, te las tienes que currar tú: la estabilidad, la calma, la alegría, el éxito… Incluso la paz interior, que no es un ambientador que pones y ya huele a zen.
Yo, por ejemplo, tengo un pequeño “hobby”: llegar a la vida de personas con tormentas internas. Personas que, si fueran un canal de televisión, estarían siempre en modo breaking news. Y ahí voy yo, toda Mimi Glow, con mi kit invisible de “desestresante emocional”: un poco de humor (más bien bastante), un par de frases con retranca, y esa manera mía de hacerles entender lo que es la paz. A veces me paso de sincera pero si quiero que la gente reaccione es la única manera. Y ¡ojo! que me gusta que conmigo hagan lo mismo, es la manera que tenemos los seres humanos de crecer, dándonos cuenta de nuestros errores y aprender a enmendarlos, y sino, hacemos una tortilla de patatas y nos echamos unas risas hablando de los sinsentidos de la vida.
Y ahí estoy yo, dándolo todo, cuidando de engendros humanos que considero amigos pero cuando parece que el mar se ha calmado… me voy. No porque sea misteriosa, ni porque me crea una especie de Mary Poppins de la tranquilidad, sino porque prefiero irme antes de que empiece el tsunami de nuevo. Es como cuando apagas la tele justo antes de que empiece el reality que sabes que te va a poner de los nervios. Sobre todo si te das cuenta de que esas personas a las que intentas ayudar no te respetan y a la primera de cambio te dan la espalda. Sino es muy bonito quedarse sin rencores y construir juntos una relación, sea del tipo que sea.
Eso sí, antes de irme, siempre dejo todo dicho. A la cara, o si no, en lo que hoy llamamos un mail (la carta del siglo XXI). Sin tabúes, sin filtros, con un respeto que nunca sobra, pero con ese toque de ironía y humor que me caracteriza. Y siempre, siempre, cierro mis capítulos con una frase que resuma nuestro encuentro casual en esta vida… y que deje claro que ese capítulo ha terminado. Hay veces que el capítulo puede volverse a escribir, pero eso ya no depende de mí.
La verdad, no sé si después de irme logran mantener esa paz que intenté transmitirles o si vuelven a las olas de siempre. Pero eso ya no es asunto mío. Mi trabajo está hecho: he sembrado la semilla.
Aunque, siendo sincera, muchas veces ni siquiera soy yo la que me voy. Muchas veces son ellas, esas personas en permanente torbellino, las que me acaban echando. Quizá porque no he sido capaz de calmar su caos, o porque solo conseguí hacerlo por unos instantes. Y claro, cuando la calma dura poco, a veces se convierte en un recordatorio incómodo de lo que podrían tener… y prefieren sacarte del cuadro.
Eso sí, no todo es dar. Porque, aunque parezca mentira, yo también aprendo mucho de esas personas conflictivas. Aprendo sobre paciencia, límites, y sobre todo, a reconocer cuándo recoger la toalla de playa y salir del agua… y, de paso, sacudirme bien la arena. Esa arena son todas esas pequeñas (o grandes) cargas, frustraciones y negatividad que, sin querer, me acaban dejando encima. Yo no quiero llevármelas puestas. No es mi equipaje. Por eso las suelto.
Y por eso también muchas veces necesito irme: para limpiar todo, volver a encontrar mi propia paz y recuperar el timón de mi vida. Porque, seamos claros, cuando das demasiado y no recibes en la misma medida, al final la que se queda vacía eres tú. Y he decidido que ahora mismo no me apetece ir por ahí con la batería al 5%. Prefiero esta etapa en la que no “salvo” a nadie y me dedico a mí: a aprender lo que todavía me queda, a guiar mi propio camino y a conseguir lo que quiero sin distracciones.
Moraleja: las cosas hay que conseguirlas por uno mismo. La paz incluida. Yo puedo pasarte la receta, incluso cocinarte el primer plato, pero al segundo ya tienes que ponerte tú el delantal. Porque si no, al final lo único que consigues es que yo acabe pidiendo paz… pero para mí.
Mimi Glow tip: “Si quieres paz, construye paz. Y si no, al menos invítame a un café antes de que me vaya.”
Una canción:
🎶 Lorena Santos, Las Chuches - La Venda.
La Venda es un ritmo pegadizo, una dosis de actitud "desenfadada" y la energía de una fiesta de barrio. ¡Es la banda sonora perfecta para el desamor sin complejos!
Una película:
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